Ella cruzaba la calle cuando lo vio salir del taxi. Sorbeteaba un helado pero, a tiempo, salió de su distracción para fijarse en aquel hombre que le miraba el cuerpo con golosina. Alzó los ojos hacia él y le fingió esa vieja sonrisa que, es fácil hacer, consiste en parpadear y arrojar chispitas por las pupilas. Se fijó, sin embargo, en su feo aspecto y decidió que aquel hombre no merecía tan largo esfuerzo, tan denodado juego de seducciones, simulaciones y trampantojos, y regresó a su helado mientras se adentraba en el portal.
2 comentarios:
Disculpen.
Disculpen otra vez.
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