Guardo de ayer verde en los ojos,
de hoy un cielo de azul mullido.
De ahora las mariposas descolgándose como hiedra
y el olor a geranio por entre los libros.
Te paseé las manos por el pensamiento,
acaso te cansaras.
Cuando la primavera quiere nacer, oblación callada,
se mece el calendario de la vida tras sus altas verjas.
Una urdimbre, un abrazo de sutilezas:
cada espacio de sombra un olor diferente.
Cada hora de luz un contorno distinto en los brillos,
los colores de tan puros jugosos que llegan a rezumar en la pupila.
Y a ratos ráfagas de lenguas que levantan,
barren, esparcen esferas de olor y humedades.
Es el sonido eterno del agua.
Salvado por el cerco blanco de unos muros
relampaguea el verde en las cancelas.
Detrás, parpadean las hojas con un ritmo de secular calma,
las cortezas hendidas por la caricia de una tarde de tormenta.
A poco está el mar
y se adivinan pájaros
por entre las ramas de los olmos, los cipreses, los almeces.
Hay insectos junto a las flores.
De ese aire necesito llenar mis estancias,
de esa media luz filtrada por las hojas
y de tu presencia caprichosa, amenazante adelfa
escuchando a qué suenan las alas de mariposas.
.
5 comentarios:
Eso de escuchar alas....
(buena imagen)
abrazos
Peristilo, faramalla... ¿Franzl?
Multiplicidad.
Y el primer poema.
"acaso te cansaras."
Un saludo!
Hola, Lena. Oír alas es improbable sin son de mariposas. Escucharlas ya propone una ocupación poética, un escorzo aduncado. Lástima que yo no sea capaz de conseguirlo.
Lara, Hola. En realidad siempre he sido Fulígeno, fulígeno, y mis esfuerzos, vanos, incluyen proteicos cambios en aras de la claridad. Lástima que no sea capaz de conseguirlo.
Besos a las dos.
Quien dice que no eres poeta después de leer esto?
Me gusta.
Besos
Hola Peristilo. No está nada mal, la verdad. Saludos.
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