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domingo, 7 de junio de 2009

El intento creativo.


Mientras hablaba no dejaba de vigilar el coche, le esperaban. Estaba en mitad de una respuesta, dubitativo. Ella quedó de espaldas a la puerta, con la melena rubia aún balanceándose en el aire después de haber volteado el rostro con aquella sonrisa descansada que no vio desvanecerse. Él, sin terminar de mirarla, había ya girado sobre sus pasos desatendiendo la otra mitad de la respuesta, que ella tampoco requirió, para observar el coche: con aquella levedad sin patetismos se habían despedido. Ella había quedado de espaldas a la puerta, con la costura detenida en el regazo, fijo el mirar contra la lucerna mientras se oía cerrar la puerta, los pasos cada vez más sordos o lejanos. Y luego iban quedando tras de sí los tres claveles en la mata aún no florecidos, el bidón oxidado, la nube con la forma de Pegaso huyendo sobre su cabeza. El transistor ronroneaba sobre una estantería. Cuatro meses en la tarea de soñar monstruos o inventarlos. Las nubes bajan una manea. Le habían entretenido el regreso. A los días se incorporaron otros que fueron formando meses y después años. Habían sucedido naufragios y costas escarpadas. Y mujeres con cuerpo de pesadilla y mujeres niñas y mujeres imposibles de las que no encontraba modo de escapar, en las que un ápice de olvido le fue largamente necesario. Y ahora volvía. Y ahora todo volvía. Antes, él extiende sobre la mesa un puñado de caracolas que se había traído, dijo, para prolongar algún instante de mar. Pero todo volvía a pesar de los años y del mar. Iba entrando en su pecho el olor de las macetas, iba él completando la lucerna con la ropa hecha jirones, con los pasos contrarios más cansados. Pero otra vez los tres capullos en la planta sin abrir, el bidón de herrumbre, los ruidos, la cerradura oxidada, la labor detenida en el mismo punto de su marcha sobre el regazo muerto. Alzó la vista, y era la nube de Pegaso que ya se desvanecía...

No puedo seguir, estos tratarán de mirarme con desprecio, y es lógico, qué grotesco este asunto: parece una mañana de carnaval transitando por una calle cubierta de cáscaras, secos vómitos, botellas vacías o quebradas en mil pedazos y vasos de plástico. Todos los disfraces rotos, un zapato de tacón... Tanta retórica desnutrida. Esto de escribir no parece tarea fácil, por más afán que uno le ponga. Parece deslavazado. Un zigzagueo. Una sorda hilera de posibilidades. No hay quien lo entienda. Me ratifico. Habrá que ir preñando los textos, o estos tipos que me observan con tanto e insidioso interés se van a mofar con gusto de los alumbramientos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MUSAS, ¿ESTÁIS?

Querido X , tras leer tu último post se me vino a la cabeza un artículo que escribió Vila Matas este año, no recuerdo más datos.
Reflexionaba en torno a la idea de la “Inspiración” y sacaba a colación a Flaubert, por ejemplo, y su diccionario de tópicos para definir a ésta por las causas que la invocaban: la contemplación del mar, de una mujer, el amor etc. Mira que era ingeniosillo este franchute.
En tu relato parece que la mercancía que te la suministra es breve, fugaz, circunstancial, incluso incompleta, parafraseando a Juan Benet. Su extensión se limita a unas pocas palabras, a ciertas insinuaciones que como materia prima que el escritor debe elaborar y reflexionar, más bien se convierten en problema y no en solución. Equiliquá la tortura del que crea de la nada. Molan esos trazos: la rubia apoyada en el coche, él, casi sombra, alejándose…
Aunque la idea de una bella diosa semidesnuda soplando al oído del poeta es hermosa, que no nos quiten a Poe rompiendo a golpes de alcohol estos mitos y defendiendo que el proceso de crear es “exclusivamente lógico, con el rigor de un análisis matemático”. Aunque mira a ver de quién vienen estas palabras. Un hombre de pensamiento racional dentro de una vida irracional. Baltimore, Baltimore…
Cachis, X, qué desolación tan sórdida la del último párrafo. Da miedo. Pero te toca fecundar, tú elegiste.

Saludos.

Toca celebrar el equinoccio de otoño, que los solsticios ya los celebran otros.


fea

Malgastar esfuerzos dijo...

Aparentemente, una frustración. Eso dice Vargas Llosa sobre el punto de partida de Madame Bovary, la obra cumbre de Flaubert y la obra cumbre del siglo XIX y la obra cumbre de la novela moderna, etcétera, en su estudio sobre esa obra cumbre, joder con las obras cumbres, llamado "La orgía perpetua". Y yo mismo entiendo que la inspiración sobreviene casi siempre de una frustración, al menos en mi caso.
Como decía, o no decía, hay un tiempo circular o repetitivo: se relatan los hechos singulares intercalando otros, como digo, repetitivos y de una naturaleza que podíamos denominar abstracta. Lo mío es esencialmente la abstracción, la acumulación de pinceladas, como tú dices, fugaz, breve, incompleta (que trabaje también el lector, o que participe con su imaginación en la misma labor creativa, coño, que no lo voy a hacer yo todo). Has captado muy bien, sin duda. Y escogido a dos sujetos literarios enormes, inabarcables u omniabarcantes, como Flaubert y Poe, rabiosos ambos, y cuyos procesos creativos diferían bastante pero alcanzaban gloriosamente ese mismo fin. Aquél riguroso y trabajador incansable, éste genial y habilidoso, sin menospreciar su rigor e inteligencia etílica.
Gracias por tu intervención, siempre nutricia, Fea. X le desea un verano otoñal, que es lo que X desearía para sí mismo.

Saludos, pues.

Seguiré con mi sorda hilera de posibilidades.

Malgastar esfuerzos dijo...

No sé si ha quedado claro: yo no creo en la inspiración. Es más, creo que las musas pueden ser útiles, pero sólo para que la chupen a uno. Y no es mi caso, tan desdichado soy...