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viernes, 15 de julio de 2011

Análisis imperfecto de la situación.


A veces, como ahora mismo, me da por pensar que no he sido arrojado aquí de esta forma en que infinidad de veces he dicho que he sido arrojado aquí, es decir, de forma brutal, despiadada, irracional, víctima de un castigo que no merezco, etcétera y etcétera. Como un excremento, para consumarme como tal y ya por los tiempos, podrida cualquier avidez, ilusión, deseo o peripecia. No. A veces, como ahora mismo, estoy pensando que soy yo quien ha decidido recluirse aquí de esta forma brutal, despiadada, irracional, víctima de un castigo que acaso merezco, etcétera y etcétera. Como un excremento, para consumarme como tal y ya por los tiempos, podrida cualquier avidez, ilusión, deseo o peripecia. Algo me separa de los demás individuos y no he conseguido averiguar qué cosa es esa que me separa de los demás individuos y el sitio que me corresponde, por tanto, es éste, sin duda, esta angosta y a un tiempo vasta extensión de encierro ininterrumpido en donde puedo anunciar y renunciar a todos y a todo todo dentro de mi cabeza sin estar sometido a las iniquidades -tampoco a las supuestas y feroces bondades- del resto común de seres humanos que se afanan afuera. Si no fuese por el contacto mínimo y en ocasiones violento que he de mantener forzosamente con mis guardianes; por el contacto no visual pero sí evidente con el cocinero que me prepara esta bazofia inmunda que me mantiene desnutrido; por el contacto imaginario con los sujetos propios que deambulan por este tipo de establecimiento, digo, mi felicidad estallaría de gozo. Una extensión  pacífica y mal remunerada, sin embargo, gorgojea en mi interior y concluye en una  revuelta inagotable y silenciosa. Bien mirado, siento como una quemazón herética, inadvertida, sufriente, pero en mi regazo sentimental, acogedora. Sé que no es fácil comprender, ni yo mismo, ahora mismo lo pienso, alcanzo a comprenderlo, y es muy probable que todo lo pensado y escrito desde el principio forme parte de esta confusión aniquilante a que soy sometido por mis custodiadores, empeñados en hacerme turbio lo claro desde el inicio con a saber qué protervas intenciones o fines.  Y claro lo turbio para despeñarme o demolerme mientras se tronchan de risa en sus butacas. Cualquier día me precipito sobre la verdad y la desbrozo, pero ya andaré cansado, como en este momento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es una mierda; en ocasiones disfrazada y confusa.

No hay nada mejor que una cervecita bien fría; con moderación.
(La imagen es muy recurrente).

Saludos.

Boira

Malgastar esfuerzos dijo...

¡Cáspita, Boira! No esperaba de ti una aseveración tan escatológica y contundente con respecto a la existencia... Cierto, hay ratitos buenos, trasuntos feéricos y, según Lichtenberg, ocasiones para darse al arte de no terminar nunca nada. En ello estamos, y la birra fresquita.

Saludos cordiales.

Franzl.