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miércoles, 12 de marzo de 2008

La narración que nadie escucha.


Hay un montón de gente a mi alrededor, un número indeterminado de personas que hablan entre sí y otras que van y vienen. Una reunión cualquiera en la que yo también hablo, tratando de narrarme para los demás, de algunas cosas que considero importantes en ese momento. Todo es un enredo. Hace rato que descubrí que nadie escucha, que todos hacen lo que hago yo, narrarse, y que la narración no le llega al otro, porque este otro acude rápidamente a su propia narración. Todas las narraciones, por tanto, sucumben de inmediato. Se precipitan a un vacío del que ya nadie podrá rescatarlas. Trato de enmudecer antes de que esto se convierta en el despropósito que ya resulta. Antes les hablo de las fuerzas de las olas, del potente vendaval, de las riadas imparables y destructoras. Consigno que todo es aniquilamiento. Y entonces callo, sin que nadie se atormente por eso, y decido convertirme en una de las personas que van y vienen. No hago otra cosa que narrarme visualmente. Tampoco nadie me contempla.

2 comentarios:

Olga Cánovas Galindo dijo...

Entre la multitud, me siento nadie...
Te seguiré leyendo, puede ser muy interesante.
Un saludo

Shangri-la dijo...

Hola. Te invitamos a visitar nustra publicación sobre literatura y cine. Un saludo.